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Raúl Ricardo Alfonsín ( escuchar) (Chascomús, provincia de Buenos Aires, 12 de marzo de 1927-Buenos Aires, 31 de marzo de 2009) fue un abogado, político, estadista, masón[2] y promotor de los derechos humanos argentino. Fue concejal, diputado provincial, diputado nacional, senador nacional y presidente de la Nación Argentina entre 1983 y 1989.[3] Se destacó como dirigente de la Unión Cívica Radical y de la Unión Cívica Radical del Pueblo. También se desempeñó como vicepresidente de la Internacional Socialista.[4] Muchos sectores lo reconocen como «el padre de la democracia moderna en Argentina».[5][6][7]
En 1983, tras las elecciones presidenciales, asumió el cargo de presidente de la Nación, con el cual finalizó la dictadura cívico-militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional. Fue también el fin de los golpes de Estado en Argentina exitosos, ya que no hubo nuevas interrupciones al orden constitucional desde entonces, aunque hubo que esperar hasta 1990 para que terminaran los levantamientos militares. La gestión de Alfonsín es conocida principalmente por la realización del Juicio a las Juntas, así como también por el Tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile y los acuerdos con Brasil que llevaron a la formación del Mercosur. En 1985 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional «en consideración a las dificultades de la transición política, al hacerse cargo del gobierno de la República Argentina tras una guerra de dramáticas consecuencias».[8]
Alfonsín inició su gobierno con la consigna «con la democracia se come, se cura y se educa».[9] Su política económica estuvo marcada por una deuda externa muy alta que entró en default en 1988, una alta inflación que pasó a hiperinflación el 14 de mayo de 1989[10] y una economía estancada que se redujo de un PBI de 103.000 millones de dólares en 1983, a 76.000 millones de dólares en 1989.[11] El gobierno no habilitó la negociación colectiva de los salarios, estableció los aumentos salariales por decreto y mantuvo la prohibición de la Confederación General del Trabajo (CGT) realizada por la dictadura, enfrentando un fuerte conflicto con los sindicatos hasta 1988.[12] Entregó el mando al justicialista Carlos Menem en 1989 en forma anticipada,[13][14][15] en medio de un proceso hiperinflacionario.
Tras dejar la presidencia realizó el Pacto de Olivos con Menem, que permitió la realización de la reforma constitucional argentina de 1994. Unos años después participó en la formación de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, que llevó al gobierno a Fernando de la Rúa. Ejerció brevemente como senador por la provincia de Buenos Aires entre 2001 y 2002, cuando renunció a su banca, no volviendo a ocupar cargos electos. Falleció el 31 de marzo de 2009 debido a un cáncer de pulmón. Se decretaron tres días de duelo nacional y miles de personas concurrieron a la ceremonia de entierro, que mantuvo su féretro en el Congreso y luego lo trasladó al Cementerio de la Recoleta.
Alfonsín abandonó la presidencia con su popularidad en descenso debido a los malos resultados económicos de su gestión y las leyes de impunidad que impulsó para impedir el enjuiciamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura.[16] Sin embargo, su imagen personal se vio en gran medida rehabilitada con los años,[16] y muchos sondeos y estudios posteriores encuentran que la opinión pública argentina en general califica positivamente su figura entre los distintos presidentes de la historia argentina. Una encuesta de 2018, que evaluaba el desempeño de las presidencias posteriores a la restauración de la democracia, ubicó a Alfonsín en primer lugar.[17]